domingo, 8 de diciembre de 2013

Tu fe es un chiste ¿Respeto?

Tomado del vídeo de Pat Condell.

Si críticas a la religión entonces de vez en cuando alguien te dirá con bastante desaprobación: “tú podrás no tener fe en dios pero podrías mostrar algo de respeto por los que sí la tienen”. Y quizá acabes pensando: “bueno, tal vez tengan razón, no hará daño a nadie mostrar un poco más de respeto, después de todo a nadie le gusta que le digan sin rodeos que su religión es una estúpida basura ilusoria y una fuerza maligna para el mundo. Qué lo que ellos llaman ‘fe’ no es más que miedo disfrazado de virtud y que sus creencias más puras son una camisa de fuerza para la humanidad. Eso es suficiente para cabrear a cualquiera. de modo que sí, quizá podría mostrar un poco más de respeto”. El único inconveniente es que en realidad no siento ningún respeto. Lo he intentado. De verdad. Y me siento realmente mal por ello, pero siempre no está ahí.



Supongo que podría mentirme a mí mismo y fingir, por el bien de los sentimientos de la gente (porque todos sabemos cuán delicados y tiernos pueden ser en estos tiempos), pero la cruda realidad es que no me importan sus sentimientos en absoluto. Ni lo más mínimo. Y por supuesto que me doy cuenta de que podría pesar sobre mi conciencia,  pero por suerte mi conciencia sabe cuándo está siendo intimidad y manipulada. Así que tampoco importa. Mi conciencia sabe que no hay razón alguna para que nadie en este planeta respete la religión de ninguna manera.



Efectivamente, basándome en las pruebas, la religión misma ofrece en gran abundancia todas las pruebas para faltarle al respeto activamente hasta el punto del insulto descarado. Y francamente, el hecho de que la religión reciba tan pocos insultos, comparado con lo que realmente merece, solo puede atribuirse a la increíble tolerancia, moderación, y buenos modales de los ateos y laicos en todas partes.

Así que si eres una persona religiosa y estás pensando en exigir más respeto para tus creencias por favor intenta tener presenta que tú y tu religión estáis recibiendo mucho más respeto del que nunca habéis merecido.
“¡Tu fe es un chiste. Tu dios es un chiste!” es tan absurdo que es una vergüenza incluso para la gente que no cree en él. Y tanto él como tú aun tenéis que demostrarlo todo. Hasta ahora ninguna prueba ha sido aportada y ninguna parece que se vaya a aportar, como todos sabemos bien. Así que el respeto me temo que es impensable. A lo más que podéis espirar es a una divertida incredulidad. Y eso es un bien día.

La gente dice: “bueno solo puedes entender la fe de verdad cuando tienes fe”. Lo que yo creo que eso significa: cuando anulas tus facultades críticas y te hipnotizas a ti mismo para creer en una sarta de estupideces fascistas sobre tu alma eterna y entonces entenderás la fe. Bueno, eso sí me lo creo.

A los vendedores ambulantes de la fe les gusta considerarse incuestionables afirmando que su fe trasciende la razón. Justo quien le pediría cuentas. ¡Que conveniente! Si la fe trasciende la razón como un criminal trasciende la ley. La palabra “transcendente” es muy popular entre los estafadores religiosos, porque así no tienen que explicar exactamente lo que quieren decir con ello aparte de un impreciso estado superior de comprensión, más profundo que la simple razón, que es cruda y simplista comparada con las sutilezas y profundidades de la creencia sin pruebas.

Si escuchas a un clérigo (y lo harás) usar la palabra “trascendente” para explicar el sentido en el que afirma creer, entonces sabes dos cosas: 1: no sabe de lo que está hablando. Y 2: tampoco quiere que tú sepas de lo que está hablando.

La fe no trasciende la razón para nada. La fe esquiva la razón porque la razón amenaza su cómoda burbuja de ilusión. Así que la fe descalifica a la razón del mismo modo en que un juzgado penal holandés descalifica la verdad y los testigos. Y por la misma razón.

Si eres un creyente tu fe te permite adoptar una serie de creencias que no tienen ningún sentido, sabiendo que no serás juzgado por si tienen sentido no, sino por el nivel de piedad que muestres al creerlas. En otras palabras tu disposición para negar la realidad se convierte en una medida de virtud. Con razón la religión es tan popular. Pero qué precio se paga por esta virtud. Te han convencido de que creer en lo imposible es tu única esperanza ¿Cómo sucedió eso? Y que tu propósito es adorar algo más allá de tu comprensión definido por, y solo accesible a través de auto-designados intermediarios. Tus pensamientos, tus palabras y tu identidad ya no son decisión tuya, sino que están sujetos a la aprobación de aquellos que han asumido autoridad sobre tu a través de tu fe.

La gente que te ha dicho que has nacido con algo malo (¡venga hombre!) es un estado de pecado, nada menos. Una enfermedad que solo puede ser curada mediante la completa sumisión y obediencia a ellos, (¡sorpresa, sorpresa!) desde el momento en que naces hasta el momento en que mueres. Y si todo esto no halaga tu ego (¿por qué iba a hacerlo?) no te preocupes. Podemos ponerle un nombre especial para que te haga sentir mejor y convencerte de que aun te queda algo de dignidad. Llamémoslo “fe”, y considerémosla la más alta y más noble y profunda de todas las virtudes, y finjamos que viene de dentro, cuando todos sabemos que en tu religión no está permitido que nada venga de dentro ya que eso te daría fuerza y libertad, las dos cosas que tu religión quiere tan lejos de ti como sea posible.

La fe es el dominio que el clero tiene sobre ti. Es la soga invisible alrededor de tu cuello que te arrastra a lo largo del camino que ellos quieren que recorras para su beneficio, no el tuyo. Es una palabra de callejón sin salida. Es una palabra de esclavitud. Es una palabra que te deja creer en lo que te han dicho que creas sin que sientas que te han dicho en qué creer, pero lo han hecho, y puedes dejar de fingir cuando quieras. No es una virtud, eso es lo último que es. Es una renuncia a la realidad. Es un tonto acto de auto-hipnosis. Es un pretexto cobarde. Es credulidad con un halo. Y esconderse tras ella es como fingir ser inválido.

Así que no entiendo exactamente qué es lo que se supone que debo respetar. Me parece que necesito ser una especie de contorsionista moral para respetar algo tan nocivo, algo cuya existencia depende de una mente cerrada, y que claramente está arrastrando a la humanidad en la dirección equivocada, y dándonos ideas falsas sobre nosotros mismo y sobre la naturaleza de la realidad. Siento que si respetara eso estaría contribuyendo innecesariamente a la estupidez y la ignorancia de la raza humana, y eso es algo que no quiero sobre mi conciencia.

No te ofendas.
Por favor, piensa por ti mismo.

martes, 3 de diciembre de 2013

Una mota de polvo azul pálido en medio de la oscuridad.

 La tierra. Ahí está. Es nuestro hogar. Somos nosotros. Sobre él ha transcurrido y transcurre la vida de todas las personas a las que queremos, la gente que conocemos o de la que hemos oído hablar y, en definitiva, de todo aquel que ha existido. En ella conviven nuestra alegría y nuestro sufrimiento, miles de religiones, ideologías y doctrinas económicas, cazadores y forrajeadores, héroes y cobardes, creadores y destructores de civilización, reyes y campesinos, jóvenes parejas de enamorados, madres y padres, esperanzadores infantes, inventores y exploradores, profesores de ética, políticos corruptos, superstars, «líderes supremos», santos y pecadores de toda la historia de nuestra especie han vivido ahí… sobre una mota de polvo suspendida en un haz de luz solar.




La Tierra constituye sólo una pequeña fase en medio de la vasta arena cósmica. Pensemos en los ríos de sangre derramada por tantos generales y emperadores con el único fin de convertirse, tras alcanzar el triunfo y la gloria, en dueños momentáneos de una fracción del puntito. Pensemos en las interminables crueldades infligidas por los habitantes de un rincón de ese pixel a los moradores de algún otro rincón, en tantos malentendidos, en la avidez por matarse unos a otros, en el fervor de sus odios.


Nuestros posicionamientos, la importancia que nos autoatribuimos, nuestra errónea creencia de que ocupamos una posición privilegiada en el universo son puestos en tela de juicio por ese pequeño punto de pálida luz. Nuestro planeta no es más que una solitaria mota de polvo en la gran envoltura de la oscuridad cósmica. Y en nuestra oscuridad, en medio de esa inmensidad, no hay ningún indicio de que vaya a llegar ayuda de algún lugar capaz de salvarnos de nosotros mismos.

La Tierra es el único mundo hasta hoy conocido que alberga vida. No existe otro lugar adonde pueda emigrar nuestra especie, al menos en un futuro próximo. Sí es posible visitar otros mundos, pero no lo es establecernos en ellos. Nos guste o no, la Tierra es por el momento nuestro único hábitat.




- Carl Sagan. Un punto azul pálido.

lunes, 2 de diciembre de 2013

Metáforas neuronales.

El pensamiento abstracto activa redes sensoriales cuando escuchamos frases como "que vida tan dura".
 "Hace años que vengo pegándome al coco por una solución", "ha sido un día muy duro", tiene una lengua afilada", "esta chiquilla es una huracán", "es el fruto de nuestro amor", "tiene esa trompa muy suelta", "me lanzó dardos con la mirada"...
El lenguaje rebosa con metáforas. Es una forma de vida explicar las cosas con palabras distintas que representan un sentimiento, una forma de describir mucho mejor, una emoción, una expresión. No solo la literatura, la academia y la prensa se valen de las metáforas para articular elegantemente, para enseñar, para divertir y entretener, sino que la cotidianidad navega en sus mares también, entregándose al símil, a las alegorías, la sombología y demás para dejar dicho en pocas palabras lo que sentimos.
De hecho, nuevos experimentos en neurología indican que cuando escuchamos "la vida es dura", áreas en el cerebro que e encargan de procesar estímulos sensoriales se encienden como un estadio listo para el gran juego. ¡Vaya metáfora!.

"La investigación anterior nos permitió establecer con confianza el enlace dentro del cerebro del cerebro entre las metáforas que tienen que ver con el tejido de algo y la experiencia sensorial que ofrece la textura misma. Interesantemente, las regiones visuales corticales no fueron activadas por las metáforas de texturas, lo que confirma otras evidencias que indican la primacía del tacto en la percepción de la contextura", explica Kriss Sathian, del centro de neurología, medicina y rehabilitación y psicología en Emory. "El resultado ilustra cómo extraemos entendimiento del lenguaje metafórico utilizando las experiencias sensoriales".
Siente voluntarios, estudiantes universitarios, participaron en el experimento. Ellos tenían que escuchar oraciones que contenían metáforas basadas en texturas, también escuchaban oraciones creadas a través de significado. Todo ello era producido debajo de máquinas de resonancia que rastreaban el flujo de sangre por el cerebro. Las estructuras que son más activas por la sangre y la electricidad son las que están en uso.
Pues bien, las metáforas tomaron unos micro-segundos más para ser comprendidas. Las oraciones regulares sin adornos lingüísticos tomaron 0.63 segundos en ser comprendidas, las metáforas 0.84. Sathia y su equipo indagarán si la estimulación magnética en regiones asociadas con la experiencia sensorial puede interferir con el entendimiento de las metáforas.

Dime como crees estar... y te diré qué tanto tiempo vivirás.


Factores del malestar general están asociados con la actividad pesimista. De hecho, los estudios indican que las personas que tienden a pensarse enfermos suelen enfermarse más que los optimistas. Pues bien, un nuevo estudio indica, interesantemente, que no es sólo el pesimismo.


El Instituto Social de Medicina Preventiva de Zurich ha demostrado que auto-valorarse enfermo o sano, está asociado, independientemente de los factores pesimistas, con la probabilidad de vida durante más de 30 años. En el estudio, los hombres que valoran su salud como "muy mala" poseían un riesgo mayor que morir que el individuo que la valoró como "excelente". Los investigadores encontraron que la asociación era gradual aún luego de tomar factores vitales como educación y economía.